Tras saber que la persona que lo visitó era su padre, Antonia decide contarle un par de anécdotas de su vida a Erick. Le comenta la buena relación que tuvo con su papá, y que era la típica niña malcriada, en donde todo lo que ella le pedía, él se lo daba. 

Por otra parte, también le contó sobre lo mal que se llebava con su mamá, con quien nunca pudo congeniar.  A pesar de esto, ella la amaba. Cuando su madre murió, Antonia se quedó con la gran pena de nunca haber hecho las paces con ella. 

Es por esto que ella le pide de corazón que perdone a su papá, no tanto por el deseo del anciano de recuperar el tiempo perdido, sino más bien por él mismo.