Asombro provocó el macabro crimen cometido por Roxana Valdés, en la ciudad de molina. La mujer asesinó de un disparo en el pecho a su ex pareja, luego lo descuartizó, para terminar la horrenda escena cocinando las partes del hombre.

Sin duda costará olvidar su nombre. Pero no es la única que ha quedado en la memoria colectiva, por terribles asesinatos perpetrados en Chile. Hagamos un repaso.

Rubén Millatureo Vargas, "El chacal de Queilén"

Año 1998. Era el tercer crimen que cometía. ¿La victima? Una secretaría de una empresa naviera con quien tenía una relación. Antes había eliminado a su padre y a un vendedor por 6 mil pesos. A los tres asesinó dándoles repetidos golpes de hacha, para posteriormente depositar sus cuerpos en la leñera detrás de su casa. Fue condenado a la pena de muerte, pero la Corte de Apelaciones de Puerto Montt como después la Corte Suprema, revocaron la sentencia y lo castigaron con presidio perpetuo.

Roberto Martínez, "El Tila"

Quizás su nombre sea un no más. Pero no es así. El Tila, como se hizo conocido, fue el culpable de asesinar, descuartizar, comer parte de sus entrañas y quemar el cadáver de Maciel Zúñiga, de 15 años, cuyo cuerpo terminó mutilado e incinerado en un tambor en la comuna de Pedro Aguirre Cerda.      

En su prontuario, además, se encuentra la violación de cuatro mujeres y la agresión a las parejas de éstas. El 14 de diciembre de 2002, El Tila decidió acabar con su vida, no sin antes dejar su auto-biografía, confesar sus crímenes y su decisión de suicidarse.

Julio Pérez Silva, "El psicópata de Alto Hospicio"

Asesino y violador de una decena de mujeres en la comuna de Alto Hospicio, región de Tarapacá.

Conocido fue su modo operandis. El hombre, como taxista, interceptaba a jóvenes a las cuales ofrecía llevarlas a su destino de manera gratis, era ahí cuando desviaba su trayecto para transportarlas a sitios eriazos, donde luego de amenazarlas, violarlas, pasaba a golpearlas brutalmente en la cabeza para terminar arrojándolas a piques mineros abandonados. Esta sentenciado a presidio perpetuo.

Jorge Martínez Arévalo

Un caso espantoso, como confuso, incluso hasta el día de hoy. Corría el año 2006 cuando en la comuna de Puente Alto, un niño que jugaba por una de sus calles, se percató que un perro tenía en su boca un pie humano.  Al día siguiente se encontró una cabeza con dos impactos de bala de una pistola 9 mm. Pero no todo terminó ahí. Tres días después aparecieron unas manos sin huellas digitales, para, finalmente, un día después encontrar, en la comuna de San Bernardo, un torso.

Las primeras pericias (y filtración del archivo investigativo) apuntaban a que el descuartizado sería un joven llamado Hans Pozo. Las investigaciones de un tatuaje reconocido en el ambiente cancelario, y la reconstitución de las huellas digitales, permitió asegurar que se trataba de Pozo. Solo faltaba encontrar al culpable.

Y aquello se produjo prontamente. El principal sindicado luego de algunos interrogatorios: Jorge Martínez, a quién se le acusó de tener una relación homosexual con la víctima, como también se manejó la hipótesis de que Martínez era chantajeado por Hans, y que en el asesinato fue ayudado por terceros. Los hechos nunca se esclarecieron completamente, pero la justicia determinó que Martínez Arévalo “era el culpable del homicidio y descuartizamiento de Hans Pozo”.  El imputado se suicidó en su heladería días después de la muerte del joven, en un hecho que también se vio involucrada la policía.

María del Pilar Pérez, "La Quintrala"

Conocida como la Quintrala, su caso es reconocido por lo violento y concertado, más parecido a una película de venganzas más que a la realidad que uno puede imaginar. Fue condenada por los delitos de lesiones graves en contra de Montserrat Hernando Berríos (nuera); de parricidio contra Francisco Zamorano (ex marido) y homicidio calificado contra Héctor Arévalo (novio de éste). A ello se suma presidio perpetuo por robo con homicidio consumado en la persona de Diego Schmidt-Hebbel, y frustrados en contra de María Belén Molina Pérez, María Aurelia López Castaño, Gloria Pérez López y Agustín Molina Mirabel. Todo un caso de locura y maquinación extrema.

 

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