Si entre 2014 y 2015 Gabriela Hernández vivió grandes momentos producto de su interpretación de Lita Achondo en Pituca Sin Lucas, este 2018 la reconocida actriz ha vuelto a estar en lo alto gracias a su rol de Nora Elizalde, la mujer que padece Alzheimer y que protagoniza la actual teleserie nocturna de Mega, Casa de Muñecos.

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Este papel le valió quedarse con el premio Copihue de Oro a la Mejor Actriz del Año, el cual recibió el pasado viernes en una ceremonia realizada en el Gran Arena Monticello.

En su paso por la alfombra roja del evento, su caminar por los pasillos del casino y al subir al escenario a recibir su galardón, la figura de Mega fue fuertemente ovacionada. Gritos de ¡Norita, Norita, Norita! y solicitud de fotos y poder conversar con ella fueron la tónica de una jornada en que la intérprete, de 79 años de edad, gozó al máximo.

“Todo esto es muy bonito y estoy muy agradecida. La gente se porta genial conmigo y yo lo único que siento es simpatía y agradecimientos por ellos”, confiesa Hernández, agregando que “hay muchas que son mejores actrices, pero la gente me votó y eso vale, porque me encanta que me den premios por votación popular, no por lo que opine Fulano o Zutano, sino que el pueblo”.

En ese sentido, Gabriela rememora que “hace dos años fui Reina del Copihue de Oro y si bien yo soy antimonárquica, me gustó ser reina porque era ser reina por votación popular, no por designación a dedo, igual que ahora, esto es por votación. Y eso es lo que más me gusta y lo que más contenta me pone”.

Acerca de lo que ha significado estar en Casa de Muñecos, el rostro del área dramática de Mega manifiesta que “el tema del Alzheimer había que hablarlo porque es una enfermedad que ha ido avanzando en cuanto a cantidad de gente; y a lo que invita esta teleserie y este personaje escrito por Nona Fernández y Marcelo Leonart, por lo tanto, no es mérito mío, es que enseña a las familias que aunque estas personas no sepan quiénes son ni quiénes están con ellas, no hay que abandonarlas porque el afecto es algo intangible que ellos sienten”, a lo que añade que “sienten la compañía, la música y el afecto que les tiene la gente aunque no puedan expresar nada. Y esta teleserie invita a eso, a no dejarlos solos, a no ponerlos en un hogar de ancianos aunque sea de lujo, sino que acompañarlos realmente, porque ellos sienten ese amor que se les entrega”.

Gabriela Hernández analiza que el que esta telenovela haya conectado con la gente tiene relación con que “es Casa de Muñecos en vez de Casa de Muñecas. Las mujeres dejaron de ser muñecas, son seres pensantes, independientes y que ya no tienen que aguantar que los hombres o personas en general traten de manipularlas, dominarlas, abusarlas o acosarlas, sino que tienen todo el derecho de saber defenderse y ser solidarias entre ellas. Y eso es lo que pasa con esta familia de casi puras mujeres”, destacando que “esa es la clave para que guste la teleserie, absolutamente. El feminismo está desde los años sesenta o incluso desde antes, feministas hay desde Rosa Luxemburgo, pero quiero decir que lo de ahora viene por oleada y esta ola sí que es grande y ojalá siga creciendo”.

Dentro de eso, la intérprete relata que “en la calle la gente me habla mucho y me dicen `su personaje me ha abierto los ojos´, o `estoy que hago lo mismo que Nora, que le digo chao pescado a mi marido porque no aguanto lo que dominante que es´, o `tengo una hija que tiene el mismo problema y yo me enojaba, pero ahora trato de entenderla´. En general, lo que mostramos es una buena lección para todas las mujeres y por eso se ha dado todo esto”.